¿Qué puede contar alguién que lleva cerca de 20 años ejerciendo una profesión sobre productividad en dicho ámbito profesional? Mucho, se supone, ¿no?.
Y cuándo a dicha persona con cierta experiencia se le pone delante un auditorio que está a punto de arrancar su andadura profesional les contará mucho y bueno sobre productividad, ¿no?.
Sí…. o no.
Y es que la productividad, o mejor dicho el desarrollo profesional y la motivación, no tiene porqué ser la misma, ni lo es, cuando uno está comenzando a abrirse paso en el mundo laboral que, cuanto lleva 5, 10, 15 ó 40 años (y no sólo influye el factor tiempo, por supuesto). Mi motivación, mi desarrrollo profesional lo quiero encontrar no en el cumplimiento de unos objetivos, sino en el hecho mismo de hacer, como el juego donde lo importante es jugar, sin más. De ahí que para mí sean importantes conceptos como:
- Presencia, que implica atención plena en lo que estoy haciendo, pensando y sintiendo. Nada que ver con lo presencial, entendido como el hecho de estar un montón de horas en la oficina, por el único hecho de estar.
- Esfuerzo sin resistencia. Me explico; muchas veces hacemos cosas no queriendo hacerlas (acelerando con el freno de mano echado), por un lado nos resistimos y por otro nos forzamos a hacerlas. Es como si dos fuerzas tiraran cada una para un lado, y claro, acabámos agotados porque al final, lo hagamos o no lo hagamos, nos agotamos el doble. Esto es lo que se puede llamar un esfuerzo malo, un esfuerzo que conlleva una resistencia, y suele ser semilla de un incorrecto desarrollo profesional. En cambio, existe otro tipo de esfuerzo, el bueno que yo le llamo. Éste es tambien fácil de reconocer si pensamos en una actividad que sea para nosotros un juego, un hobby, alquna actividad que si nos sale «mal» no pase nada. Ahí seguro que hay esfuerzo, físico, mental, pero es otro esfuerzo, un esfuerzo sin resistencia.
- La importancia del proceso de trabajo que se puede desgranar en tres etapas: destino, rumbo y travesía. El destino supone encontrar qué es lo que quiere el cliente, dónde están sus intereses y necesidades; el rumbo nos habla de marcar una agenda, un equipo de trabajo, una estrategia, un método y unos costes y unos plazos; y la travesía hace referencia a la ejecución del trabajo concreto.
Éstos y otros conceptos son los que a mí me hacen vibrar, podríamos decir. A mí y seguro que a muchas otras persosas, no me cabe duda. Pero, lo que me pregunto es si esto es lo que le hace vibrar a alguien que está a punto de comenzar su andadura profesional. Y, probablemente, la respuesta sea no. Le pueden sonar, le pueden servir, pero vibrar e interesar de verdad, igual no. Creo que a mí, hace 20 años,… no sé, no sé si me hubieran interesado. Igual sí, pero lo que seguro que sí me hubiera interesado es conocer claves, respuestas o aunque sea preguntas que me ayuden a ganarme la vida cuando salga al mundo profesional.
Con eso, seguro que habría vibrado.
A ver si lo consigo en la próxima clase. Se adimiten comentarios y propuestas.
salud !!!
;; orbe